«¡Pero qué dice este payaso!«, pensaréis algunos. Y es que a muchos todavía les dura el cabreo desde el final de Lost. De hecho, hubo un tiempo en el que había que estar muy loco para salir a la calle y manifestarse en favor del final de una serie que se convirtió en un fenómeno como pocos se recuerdan y que se despidió de una forma realmente polémica.
Fueron seis temporadas entre 2004 y 2010. Durante todo ese tiempo, la gloriosa serie de J.J. Abrams y Damon Lindelof creaba devotos más que fans. Eran seis temporadas y 212 capítulos realmente adictivos en compañía de los supervivientes de vuelo 815 de Oceanic Airlines. Tantas incógnitas y tantas expectativas…
Ya es hora de que alguien diga que el final de Lost era absolutamente irrelevante. Daba igual lo que ocurriese, puesto que nada imaginable podría haber dejado satisfecho al público. Después de años alimentando la llama con más y más preguntas, era imposible dar con una respuesta para todo. Incluso se tachó a los creadores de la serie de haber emprendido una huída hacia adelante con el guión, algo que no descartamos, pero que tampoco nos importa demasiado.
Jack, Kate, Sawyer, Locke, Ben… Lo que Lost nos ofreció no está pagado con dinero. ¿Cuantas conversaciones compartimos teorizando sobre el significado de la secuencia numérica o del Oso Polar? ¿Os acordáis del humo? ¿Del parapléjico Locke caminando? Qué bonita era aquella sensación de correr a ver cada nuevo capítulo. Solo un final podía ser adecuado. El auténtico final de todas y cada una de las historias: La muerte.